Perder un animal es una oportunidad para ayudar a otro
Este año fue duro para nosotros. Antes de terminar el primer mes del año tuvimos que despedir al que fue nuestro compañero durante sus casi 9 años de vida: Angus.
No voy a mentir, está siendo muy duro. Es hoy, cuatro meses después, cuando nos sentimos con fuerzas para recordarle con una sonrisa en la boca. Aun así, escribir sobre él hace que se nos salten las lágrimas, inevitablemente.
Y es que Angus no era un gato normal. Siempre hemos dicho que era un perro atrapado en el cuerpo de un gato. Cada vez que venía alguna visita a casa, él era el primero que acudía a saludar como buen anfitrión, mientras los otros tres gatos: Calce, Tizón y Gandhi corrían despavoridos a esconderse detrás del sofá, por lo que pudiera pasar...
Cada vez que cerrábamos una puerta en casa, la del baño por ejemplo para tener un poco de intimidad, Angus tardaba 10 milésimas de segundo en acudir a explicarnos claramente que no quería estar solo, con gritos de desconsuelo y arañando la puerta.
Reconozco que en muchas ocasiones añadió más estrés y ansiedad a nuestro día a día, lo que fue difícil de gestionar particularmente por mí. Angus podía llegar a ser muy intenso. Pero su gran insistencia me enseñó una virtud muy valiosa: la perseverancia. Nunca se rendía, sabía lo que quería e iba a por ello a pesar de los obstáculos. Y lo mejor de todo es que al final lo conseguía: subirse al armario más alto que hay en casa, encender la luz de la habitación en mitad de la noche (si, tal cual, saltaba y encendía el interruptor o mordía el de la mesilla) e incluso abrir puertas saltando y agarrando el picaporte.
Un gato tan social e intenso nos ha dejado un vacío muy grande. Pasar de oir maullidos a altas horas de la madrugada a dormir sin un ruido ha sido cómodo pero impactante a la vez: ya no está con nosotros, al menos de la misma manera.
Plantearnos adoptar otro gato después de Angus y teniendo otros tres, no fue precisamente lo primero que se nos pasó por la cabeza. La llegada de Princesa (Proyecto Alegría Animal) a casa hace poco más de un mes fue tomada con pies de plomo. Al principio fuimos muy rehacios, no sabíamos si estábamos ya preparados para recibir otro gato entre tanta pena y además queríamos que se llevara bien con el resto.
El carácter de Princesa (ahora Neli) nos lo ha puesto muy fácil. Casualidades de la vida (o no), nos recuerda gestos y maullidos a Angus, lo de cerrar puertas tampoco le gusta demasiado...jajaj. Hemos visto cómo le ha cambiado la expresión, cómo ha pasado del miedo y el recelo de los primeros momentos a la confianza que ha ido ganando poco a poco con nosotros y con el resto de gatos.
Sus carreras y sus juegos especialmente con Gandhi y Tizón hacen que haya traído un poco más de vida a casa. Todo apunta a que van a vivir momentos de felicidad juntos, porque sí, los animales también experimentan la felicidad.
Está siendo duro perder a Angus pero somos conscientes de que a Neli le hemos dado una oportunidad de vida en un entorno seguro, con sus necesidades básicas cubiertas y acompañada por otros compis gatunos, como a ella tanto le gusta.
Hemos escuchado a más de una persona, tras la pérdida de un animal, decir que no iban a volver a tener animales en casa porque se pasa muy mal. Seamos conscientes de que esta afirmación es producto del daño que sentimos en ese momento, porque si en realidad equiparamos los momentos de risas y felicidad que nos dan con lo mal que se pasa cuando se van, ganan los positivos por goleada.
Siempre pensaré que Angus estuvo infinitamente mejor con nosotros que la vida que le esperaba en el vertedero donde le encontraron con menos de un mes de vida.
Gracias Angus y bienvenida a la familia, Neli.
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